La economía de la Región de Murcia resistió en 2020 mejor que su correlativa nacional los efectos derivados de la pandemia COVID-19, hasta el punto de situarse entre las que menor caída de la actividad experimentaron en dicha anualidad.
A esta mejor resiliencia se suma que, en la recuperación que se está viviendo en 2021 el PIB alcanza tasas de variación similares a las nacionales. Ello configura a la Región de Murcia como una de las Comunidades Autónomas con mejor balance bianual 2019-2021, como revela la favorable evolución del mercado laboral. De hecho, la creación de empleo murciana ha sido puntera en los últimos meses y al cierre del trimestre la afiliación a la Seguridad Social crecía un 4,0% anual, la tercera tasa regional más elevada. La región ha llegado de hecho a los 605.572 cotizantes, una cifra que ya supera la existente antes de la pandemia y que permite alcanzar cotas de empleo desconocidas.
Sin embargo, tras la época estival se atisban una serie de factores -nacionales e internacionales- que podrían llevar a una ralentización del ritmo de recuperación, por ejemplo: la infrafinanciación por parte del Estado; la reforma de las pensiones y la derogación de la reforma laboral sin contar con la participación y el consenso de los empresarios; la revalorización en torno al 40% en el último año del mix de principales materias primas necesarias en los procesos productivos; el encarecimiento de los fletes marítimos, que más que se duplican en un año; los cuellos de botella en el transporte, con notorios retrasos en los plazos de entrega; el alza de los precios energéticos que comienza a trasladarse a otros bienes, con la consiguiente repercusión en la inflación; las dificultades para normalizar los intercambios comerciales con Reino Unido tras el Brexit; la escasez de mano de obra cualificada; y la lenta gestión de los Fondos Europeos del programa Next Generation EU.
A esto hay que añadir la incertidumbre en el futuro de infraestructuras pendientes, como la llegada del AVE y la continuidad del Corredor Mediterráneo; la construcción del Arco Norte y el tercer carril de la A7; así como la terminación del tramo Yecla-Caudete, entre otras.
Aunque se aprecian signos de estabilización en algunos de los factores mencionados, la situación está lejos de normalizarse y condiciona enormemente la capacidad de producción empresarial. Esta limitación de la oferta hace mella en la recuperación económica y aviva -como ya se advertía en este boletín en mayo- el fantasma de la estanflación.
El escenario actual todavía no es el de estancamiento económico con elevada inflación, pero las perspectivas inmediatas resultan más pesimistas que antes del verano y están llevando a una revisión a la baja de las previsiones de crecimiento. El impacto es todavía limitado y posiblemente resulte más moderado que en el ámbito nacional, por lo que la variación del PIB murciano no debería ser muy diferente a la media nacional, aunque dependerá de la duración del shock inducido por las fuerzas antes señaladas.
Desde CROEM continuamos pidiendo diálogo y acuerdo a la clase política para sacar adelante las inversiones que esta región demanda y que no pueden esperar más. Y que vea la luz sin más demora un revisado sistema de financiación autonómica.